Los setenta, los nuevos cuarenta

“La vida empieza a los 70, […] y los setenta son los nuevos 40 ¿no lo sabíais? ” El exótico Hotel Marigold de Deborah Moggach.

 Marián Alesón Carbonell

Marián Alesón Carbonell

MARIAN ALESON CARBONELL (*)

Con esta frase sorprendente los habitantes del exótico Hotel Marigold desafían a sus familias y a la sociedad que los ha relegado a un residencia disfrazada de hotel donde descansar hasta el fin de sus días. Ante esta situación, la mayoría de los residentes se intenta rebelar y busca en ese exótico paraje un modo de volver a definirse como personas.

Es de agradecer que éste y algunos otros relatos recientes, como El amante japonés de Isabel Allende, empiecen a ofrecernos otra nueva perspectiva sobre el envejecimiento. Nueva, en cierta forma, porque es una realidad callada que ha permanecido oculta, desdeñada y apartada de la corriente de pensamiento general de la sociedad moderna, mucho más pendiente de sobrevalorar las cualidades de la juventud, de mostrar en las portadas imágenes de sempi-eternos jóvenes, que de valorar los frutos de la madurez.

De esta manera la brecha entre generaciones se ensancha; y mientras los treintañeros se apremian por seguir jóvenes, evitando arrugas, retardando la independencia, la vejez se enmudece y se ve solamente retratada en las imágenes de esos septuagenarios que han conseguido mantener la imagen congelada de su juventud. ¡Qué bien se conserva!—suspiramos y, como dice Fernando Savater, parece que la vejez en nuestro mundo actual “siempre está de más”.

Pero las cosas cambian; las nuevas generaciones de mayores no son las de antes. Son gente preparada, capacitada, con experiencia, madurez y que sobre todo se caracteriza por un inequívoco empuje hacia delante. Se rebelan contra ese punto de vista capitalista y ciego que los etiqueta como grupo social no-productivo y que conlleva la lacra de ser una carga para las generaciones más jóvenes. Muy al contrario, muchas de estas personas luchan por ser más visibles, por aportar de nuevo a la sociedad, a través de lo que lo que llamamos el envejecimiento activo.

A partir de los 55, todos debemos prepararnos para ese cambio. Vamos a abrir un nuevo periodo vital, que en los países desarrollados, es más de un tercio de nuestras vidas. Debemos tener abierta la posibilidad de adaptarnos, de conocernos mejor, de aprender nuevas cosas, de adquirir nuevas competencias, de reorientar nuestra carrera profesional, de reinventarnos. Y lo más importante, debemos poder activar mecanismos que permitan reinvertir todo ese esfuerzo de nuevo en la sociedad. Para poder lograrlo es necesario promover una mayor implicación social desde todos los estamentos, desde el gobierno, sindicatos, o empresas, hasta las propias familias. Proyectos europeos como el BALL – Be Active Through Lifelong Learning, PPS- Peer To Peer Support Fostering Active Ageing o Edu-Sen-Net – Red Educativa Senior, o las iniciativas que se desarrollan desde las Universidad Permanente de la Universidad de Alicante están posibilitando que nuestros mayores estén abriendo un camino de ilimitadas posibilidades del que todos podremos disfrutar cuando llegue nuestro momento. Iniciativas como estas y la gran labor del Observatorio de Mayores y Medios de Comunicación – MAYMECO, nos ayudan a tener una sociedad más igualitaria, más solidaria y más sostenible, a la vez que promueven un mejor futuro para todos.

(*) Marian Aleson Carbonell  es profesora titular de Escuela Universitaria Depto. Filología Inglesa de la Universidad de Alicante. Investigadora en Proyectos Europeos de la UPUA. Docente Universidad Permanente de la Universidad de Alicante